Los insectos considerados plagas de suelo pasan parte de su ciclo de vida y se desarrollan en el suelo. El suelo es una capa delgada que cubre la mayor parte de la superficie terrestre. Esta capa tiene un espesor de unos pocos centímetros a dos o tres metros. Sin embargo, en esos pocos centímetros, los reinos vegetal y animal se encuentran con el mundo mineral y establecen una relación dinámica. Los vegetales obtienen del suelo, el agua y los nutrientes esenciales para la vida de los animales (Thompson & Troeh, 2002).
Según Saunders et al. (1998), las plagas de los cultivos son aquellos organismos (insectos, ácaros, babosas, nemátodos, roedores, pájaros y en algunas definiciones las malezas y enfermedades) que compiten con el hombre por los alimentos que produce. Hay insectos que en estados larvales se alimentan de las semillas en germinación o de raíces de las plantas interfiriendo en la nutrición de agua, sales minerales y translocación, causando pérdidas en la producción y ocasionando problemas socioeconómicos. Muchos de ellos pueden pasar todo su ciclo de vida debajo de la superficie del suelo. También hay insectos que en estados larvales pueden alimentarse de raíces de plantas cultivadas, mientras que los adultos se alimentan
muchas veces de las partes aéreas, como por ejemplo la gallina ciega (Phyllophaga spp.), el gusano alambre (Elateridae) y los crisomélidos (Jiménez-Martínez, 2009a).
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